Un estudio internacional liderado por el Centro de Investigación del Cáncer (CIC), centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca de España identificó un mecanismo por el cual una proteína secretada por la bacteria «vibrio cholerae» es capaz de destruir células cancerosas.
La investigación, publicada en la revista Cell Death Discovery, abrió las puertas en el desarrollo de nuevos tratamientos al demostrar un mecanismo innovador en células tumorales humanas de mama, colon y páncreas.
Estos hallazgos abren nuevas posibilidades para abordar el tratamiento del cáncer.
La proteína HapA, producida por la bacteria «vibrio cholerae», actúa como una especie de ‘llave’ capaz de localizar unas ‘cerraduras’ específicas (llamadas receptores PAR-1 y PAR-2) que se encuentran en la superficie de las células tumorales, y al abrir esas cerraduras, provoca una reacción en cadena dentro de las células que las lleva a autodestruirse.
El equipo científico empleó tanto el cultivo bacteriano original como bacterias inocuas artificialmente modificadas para producir solo HapA, y así se demostró que el efecto era realmente causado por esta proteína concreta y no por otros posibles factores de la bacteria.
«Este trabajo demuestra el potencial de las proteínas bacterianas como herramientas terapéuticas antitumorales. La acción selectiva y el modo de activación intracelular abren nuevas perspectivas para desarrollar tratamientos combinados y específicos», ha subrayado el investigador del CSIC español en el CIC Antonio Hurtado.
Una metodología precisa
Para desarrollar este estudio se cultivó la bacteria «vibrio cholerae», contando con una cepa normal y otra mutante modificada genéticamente, y posteriormente se recogió «supernatante», que es el líquido donde crecen estas bacterias y que también contiene las proteínas y sustancias liberadas por la bacteria, y se aplicó a células cancerosas humanas de colon, mama y páncreas para observar qué efectos producía.
«Lo que buscamos fue comprobar si las células humanas de distintos tipos tumorales (mama, colon y páncreas) seguían vivas y si podían multiplicarse tras estar en contacto con estas sustancias bacterianas, en particular con la proteína HapA», explica el investigador del CSIC
En la investigación han empleado sistemas avanzados de imagen en tiempo real que permiten contar células vivas y muertas, y medir la apoptosis (muerte programada) para observar con precisión el bloqueo de las vías.
Fuente: EFE
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